Me
desperté en una habitación
la
cual me resultó infinitamente familiar, pero al intentar incorporarme un
gemido de
dolor se escapó de mis entrañas por las punzadas agudas que sentía por
todo el cuerpo.
Y de repente, como de la nada, apareció: Aro que dándome un susto de muerte. Me puso la mano en la frente y se me
Y de repente, como de la nada, apareció: Aro que dándome un susto de muerte. Me puso la mano en la frente y se me
quedó
mirando con la cara llena de felicidad.
-¿Estás
bien, cariño?-con tono suave
y paternal.
-Si, aunque no sé exactamente dónde estoy.- La garganta se quejó de dolor tras decir aquello, lo que me provocó un gesto de dolor.
Aro sin saber que como actuar lo único que hizo fue moverse de un lado a otro de la habitación con paso nervioso, lo cual me irritaba. Moví el brazo
rápidamente (a pesar del dolor) , le agarré la mano y le di un tirón para pararlo.
La cara que puse acto seguido hizo que en cuestión de mili segundos supiera que era lo que yo quería saber; por lo que para mi buen agrado él inmediatamente
empezó
a contarme como demonios llegué a ese lugar y en ese estado tan demacrada.
Como dije antes, justo cuando estaba desplomandome, escuché lo que parecían voces. Me recogieron del suelo rápidamente y me trasportaron hasta la casa en la que tanto tiempo viví, donde me curaron todas las heridas e infecciones de las mismas. Dos días estuve inconsciente.
En mi deseo por ubicarme aun más pregunté la hora entre algunos que otros detalles. Y a pesar de ser de noche, en la planta principal se escuchaba jaleo, a lo que me
incorporé con la intención de levantarme pero Aro me lo
prohibió.
-Tranquila
a bajo hay muchas personas que están preocupadas por como estás. Bajaré y les diré que te has despertado y a ver si así consigo que se marchen a sus respectivas casas a descansar, y mientras tú te vas a quedar aquí recuperando energías.
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